El
otro día, al grito de “¡Esperanza, ven corre, mira esto que es muy fuerte!” de
mi madre pude ser testigo de las tonterías que se ven en televisión. ¿Qué fue
lo que vi?, a la gran Karmele Marchante haciendo una resta, o más bien
intentándolo, porque lo que es hacerla no sabía ni por dónde empezar; pero las
palabras que me dijo mi madre después de vislumbrar semejante escena fueron la
sentencia que me hizo pensar en por qué los niños de hoy en día no quieren ni
abrir un libro y ven más importante casarse con un famoso y salir en la tele a
contar tu vida privada: “¡y Kiko Hernández no sabe dividir!”
Sumar,
restar, multiplicar y dividir… ¡pero si eso es de primaria!, esto es lo que
pensamos todos, pero hombres y mujeres que salen en la tele todos los días en
horario infantil, y que algunos de ellos son considerados periodistas no saben
hacerlo ni contando con los dedos de la mano. ¿De verdad deberíamos dejar que
estas personas hicieran un ridículo tan espantoso y que dieran semejante
ejemplo a nuestros hijos?, “Tranquilos niños, no hace falta estudiar, con que
os caséis con un ricachón o ricachona que sea famoso y salgáis en un programa
de la tele haciendo alarde de vuestra incultura ganaréis, como poco, 400 euros
al día y no os faltará de nada”. Nada excepto un mínimo de cultura y saber que
dos más dos son cuatro claro, pero oye, que pan vais a tener de sobra siempre y
cuando hagáis de vuestra vida un circo.
Caso
aparte es el de los pobres periodistas, que tienen que lidiar con personajes
como estos que tienen el título y que hacen quedar al resto de profesionales
como auténticos becerros sensacionalistas que no tienen ni dos dedos de frente.
Da igual que os paséis dos días sin dormir para dar una noticia en el periódico
del domingo, si sabéis restar la cosa no cuenta, sois demasiado inteligentes
para teneros en consideración.
Pero
lo realmente importante es que estas cosas se hagan en horario infantil, antes
de las diez de la noche, cuando los niños de la casa pueden ver que en esta
vida lo que priva es el chismorreo, la mala educación y la idiotez, que eso es
lo que da dinero, fama y poder.
Con estas consignas cualquiera decide hacer la
carrera de famosín en la facultad de Gran
Hermano antes que la de ingeniería o magisterio, porque total, vas a ser un
fracasado y lo que importa en esta vida es ser un chismoso empedernido y hacer
hipótesis sobre si tal o cual se debe dejar o no el pelo largo, comentar como
buenos envidioso la fortuna y la fama de los demás y ponerse las botas a costa
de otros, pero ojo, que le curaréis la depresión a las personas, que ahora la
muerte de un ser querido no se supera con la familia, sino pegado a la tele
viendo un programa en el que se hacen las mismas estupideces que haces tú en tu
casa, pero sin que nadie te pague.
Conclusión,
la tele de hoy en día, aparte de estar liderada por los programas de contenido
vacío (por no ofender a nadie), no vale ni un perrón de los de antes.
No solo afecta nefastamente a los niños, los adultos (no sé si será el caso de tu madre) se lobotomizan sin cirujía mirando estos... cosas (no me sale llamarlos programas, che).
ResponderEliminarLo mejor es apagar la tele, y salir o asomarse a la calle, o por lo menos a la ventana de internet.
Estoy muy de acuerdo contigo, a los adultos también habría que darles un toque de atención respecto a estos programas, pero me preocupa más que los niños los vean puesto que son el futuro de una sociedad que cada día está más "estupidizada" y en parte es a causa de la incursión masiva de estos...servicios de contenido vacío; y lo peor es que la mayoría de padres no enseñan a sus hijos cómo deben de ver la tele (no es el caso de mi madre, ella prefiere leer un libro), pero bueno, reeducar a los educadores es una tarea más difícil. Y daría para escribir una entrada entera, así que corto aquí...
EliminarGracias por tu comentario.